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jueves, 28 de abril de 2011

240. OVIEDO** (II), Asturias: 28 de junio de 2006.

19. OVIEDO, Asturias. Fachada de la Catedral.

20. OVIEDO, Asturias. Bóveda de la Capilla Santa Eulalia de la Catedral.

21. OVIEDO, Asturias. Baldaquino de la Capilla de Sta. Eulalia de la Catedral.

22. OVIEDO, Asturias. Retablo de la Capilla de Sta. Eulalia de la Catedral.

23. OVIEDO, Asturias. Retablo barroco de la Capilla del Rey Casto de la Catedral.

24. OVIEDO, Asturias. Cúpula de la Capilla del Rey Casto de la Catedral.

25. OVIEDO, Asturias. Vista general de la Capilla del Rey Casto de la Catedral.

26. OVIEDO, Asturias. Portada de la Capilla del Rey Casto de la Catedral.

27. OVIEDO, Asturias. Nave central y Retablo mayor de la Catedral.

28. OVIEDO, Asturias. Capilla de la Catedral.

29. OVIEDO, Asturias. Tesoro de la Cámara Santa de la Catedral.

30. OVIEDO, Asturias. Grupo de apóstoles de la Cámara Santa.

31. OVIEDO, Asturias. Cripta de Sta. Leocadia de la Catedral.

32. OVIEDO, Catedral. El Coro en el Museo Diocesano de la Catedral.

33. OVIEDO, Asturias. Una de las pandas del Claustro de la Catedral.

34. OVIEDO, Asturias. Otra vista del Claustro de la Catedral.


35. OVIEDO, Asturias. Torre de San Miguel de la Catedral.

OVIEDO** (II), capital de la provincia y de la comunidad: 28 de junio de 2006.
El corazón de Oviedo
   La fachada de la Catedral** es de estilo gótico flamígero, aunque mantiene la sobria contención característica de tantos monumentos ovetenses. Posee una única torre del siglo XVI, de 80 m. de altura, a la que puede accederse. En el segundo piso está el campanario y entre las campanas una con nombre propio, la más antigua (1219), llamada Wamba.
   El portal central da a la amplia nave en cuya capilla mayor se halla un bello retablo gótico-flamenco, considerado uno de los mejores de España (trabajaron en él Balmaseda, Giralte de Bruselas y Alonso de Berruguete en la talla y la pintura, y Picardo y Bingeles en la pintura). La girola, que circunda la capilla mayor, es renacentista aunque fue abierta en el siglo XVII, y tiene cinco capillas radiales adornadas con retablos barrocos.
   De las capillas laterales destaca la capilla del Rey Casto, en el brazo izquierdo del crucero, allí donde este rey había edificado una iglesia en honor a Santa María, y que es panteón real. Se entra a ella por una portada gótica con varias figuras del escultor Juan de Malinas. Dentro se encuentra el sepulcro del "joven Itacio", una tapa de piedra con bajorrelieves visigodos e inscripción latina, y una Virgen italiana, sedente, del siglo XVI. El resto es fruto de la reforma barroca de 1712.
   Pero el corazón de la Catedral, el corazón de Oviedo, es la capilla de San Miguel o Cámara Santa**. La Catedral, en efecto, se asienta allí donde se alzaba el templo construido por Fruela I en el siglo VIII, en honor a San Salvador. Tras ser arrasado por los musulmanes, Alfonso II lo reconstruyó y ensanchó con otros dos santuarios, dedicados a Santa María y San Miguel.
   Sólo se conserva el cuerpo original de este último (además de la torre de San Miguel, a uno de cuyos muros se adosa, y que pertenecía al palacio de Fruela I, probablemente). El nombre de Cámara Santa se debe al tesoro de reliquias y joyas llegadas a Asturias desde Toledo, según la leyenda, con motivo de la invasión musulmana, en el Arca Santa. Tiene dos pisos: el inferior, o cripta de Santa Leocadia, de bóveda de cañón de ladrillo, y el superior, la Cámara Santa propiamente dicha, a la que se accede desde una escalera practicada en el brazo sur del crucero de la Catedral. Fue dinamitada durante los sucesos revolucionarios de 1934, y en el vestíbulo de acceso hay una lápida que recuerda a su restaurador, el escultor ovetense Víctor Hevia.
   Podemos admirar en ella el Apostolado*, una de las más bellas creaciones de la escultura románica, figuras esculpidas en los fustes de las dobles columnas que sobreforman las seis pilastras donde apoyan los tres arcos fajones que refuerzan la bóveda de cañón (también de ladrillo, pero del siglo XII, ya que, a diferencia de la cripta de Santa Leocadia, originalmente tenía techo de madera). Asimismo, sobre la parte interior de la entrada, hay tres bellísimas cabezas esculpidas (Cristo, la Virgen y San Juan), embutidas en la piedra, que formaban parte de una crucifixión pintada (la pintura ha desaparecido por completo).
   Dos cruces y dos arcas destacan entre todos los tesoros y reliquias: la Cruz de los Ángeles, ofrecida por Alfonso II en el año 808, y que según la tradición, y como su propio nombre indica, fue construida por los propios ángeles. Es de brazos iguales, en madera de cedro, y el Rey Casto mandó cubrirla con una chapa de oro fino. Figura en el escudo de la ciudad. La Cruz de la Victoria, de forma latina, enarbolada por Pelayo en la batalla de Covadonga, es de roble, y fue ofrecida por Alfonso III el Magno en el año 908. Recubierta de oro, esmalte y piedras preciosas, era el blasón del rey, y figura en el escudo de la provincia.
   La caja o arca de las Ágatas fue donada por Fruela II en el año 910. De madera de peral, está recubierta de oro y plata, con 82 piezas de ágata (en el año 1977 estas joyas fueron robadas y destrozadas; afortunadamente, la policía logró recuperarlas, y tras una larga y paciente restauración podemos admirarlas de nuevo).
   El Arca Santa guardaba las Santas Reliquias. Tras permanecer oculta en el Monsacro (Santa Eulalia del Morcín), Alfonso II mandó llevarla a la capilla de San Miguel. De madera de cedro recubierta en plata en el año 1075, su chapa está decorada con relieves evangélicos. De las innumerables reliquias, en general bien documentadas, destacaremos la supuesta Sandalia de San Pedro y el Santo Sudario.
   Tras visitar la Cámara Santa el guía nos invitará, acaso, a salir a la luz del día y ver el claustro gótico, del siglo XV (adjunto a él, la Sala Capitular) y el llamado cementerio de peregrinos, lugar recoleto, desde donde podremos ver el exterior de la Cámara Santa y la torre de San Miguel, y acariciar el rugoso tronco de un olivo procedente, según la tradición, del monte de los Olivos palestino.
   En cuanto a la imagen de San Salvador, románica y de piedra policromada, se encuentra en la nave central, junto a la columna derecha de la capilla mayor: allí donde estuvo siempre, próxima a los fieles, como si quisiera mantenerse siempre accesible a los peregrinos llegados de tan lejos.
   Hay en la Catedral, asimismo, un archivo que, pese a haber perdido gran parte de sus riquezas, conserva todavía algunos códices y pergaminos de valor inestimable (como el Libro de los testamentos, de 1126-1129, con extraordinarias ilustraciones miniadas), y merece la pena visitar también el Museo Diocesano con interesantes piezas de los siglos IX-XII, y el famoso y pequeño Díptico consular bizantino, en marfil, del siglo VI, de cuyo género sólo se conservan cinco en todo el mundo. Instalado en antiguos graneros y almacenes de la Catedral, desde sus ventanas se obtiene, además, un espectáculo único, como es la obra exterior de la Catedral, con su entramado de tejados, contrafuertes y arbotantes.

Enlace a la Entrada anterior de Oviedo**:
239. OVIEDO** (I), Asturias: 28 de junio de 2006.

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