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La continuación de Burguillos Viajero

sábado, 10 de julio de 2010

86. GUADALUPE** (I), Cáceres: 25 de noviembre de 2005.

1. GUADALUPE, Cáceres. Vista general del Monasterio.

2. GUADALUPE, Cáceres. Templete gótico mudéjar del Monasterio.

3. GUADALUPE, Cáceres. Fuente del Templete del Monasterio.

4. GUADALUPE, Cáceres. Claustro mudéjar del Monasterio con el templete en primer término.

5. GUADALUPE, Cáceres. Acceso al coro del Monasterio.

6. GUADALUPE, Cáceres. Bóvedas de la Iglesia del Monasterio.

7. GUADALUPE, Cáceres. Vista de la Capilla Mayor de la Iglesia del Monasterio.
8. GUADALUPE, Cáceres. Plaza de Santa María.

9. GUADALUPE, Cáceres. Hospital de San Juan Bautista.

10. GUADALUPE, Cáceres. Portada del Hospital de San Juan Bautista.

11. GUADALUPE, Cáceres. Arco de la calle Sevilla.

12. GUADALUPE, Cáceres. Plaza de los Tres Caños.

GUADALUPE** (I), provincia de Cáceres: 25 de noviembre de 2005.
   El impresionante conjunto del monasterio, declarado patrimonio de la humanidad, en perfecta integración con el caserío de La Puebla y el paisaje de las Villuercas, se convirtió, por obra de los conquistadores, en el foco religioso de mayor influencia de la Hispanidad. Centro tradicional de peregrinación desde entonces, la riqueza de sus tesoros artísticos justifica una afluencia turística que ayuda a mantener, en la época actual, la importancia de otros tiempos.
   Presidiendo el caserío se alza el monasterio**, cuyas dependencias, excepto en el caso de la iglesia, se visitan de manera obligada con guía. Bajo la predominante apariencia mudéjar del conjunto, con torreones que le confieren aspecto de fortaleza, se mezclan formas góticas, renacentistas y barrocas, como resultado de las ampliaciones y reformas efectuadas desde su fundación en el siglo XIV hasta el XVIII.
   Desde la pintoresca plaza del pueblo, una elegante escalinata asciende hacia la fachada principal, de hermosa decoración gótica. Se abre en ella, flanqueada por torres asimétricas, la portada de la iglesia, templo gótico (siglos XIV y XV) que vino a sustituir a uno anterior mudéjar. A través de enormes puertas de bronce, labradas por Paolo de Colonia y dispuestas bajo arcos apuntados, se accede al interior,que se organiza en tres naves cubiertas por bóvedas cuatripartitas, de tercelete y estrelladas, y, sobre el crucero, el cimborrio decorado por Larra Churriguera en el XVIII.
   Estancia destacable, inmediata a la entrada, es la capilla de Santa Ana, donde pueden admirarse dos valiosas piezas: la fuente labrada en bronce y jaspe por Juan Francés (1402), que hace las veces de pila bautismal, y el sepulcro flamenco de los condestables de Velasco (1460).
   Una monumental reja renacentista (siglo XVI) cierra la capilla mayor, presidida por el retablo de Giraldo de Merlo (1609), autor también de las esculturas, mientras que los lienzos, pintados entre 1615 y 1618, son obra del florentino Vicente Carducho y del madrileño Eugenio Caxés, entre otros. El curioso sagrario fue antes un escritorio manierista que Felipe II regaló al monasterio. A ambos lados del altar, los sepulcros de Enrique IV y de su madre María de Aragón.
   Saliendo de la iglesia, a la derecha, un portalón permite el acceso a la tienda de recuerdos religiosos, donde se compra la entrada, y a una pequeña sala de espera para comenzar la visita por las dependencias monacales. Los primeros pasos de la visita guiada derivan hacia el claustro mudéjar** (siglos XIV y XV), considerado como una de las piezas más sobresalientes de su estilo, y que constituye el eje central en torno al que se fueron articulando las diferentes dependencias monacales. De planta rectangular, rompe la monotonía de los claustros medievales al combinar diferentes tipos de arcos y alterar el ritmo constructivo en sus dos pisos, con doble número de arcos tumidos en el superior.
   En el centro del patio se eleva el original templete gótico-mudéjar construido en 1405 para dar cobijo a una fuente, y diversos lienzos decoran las paredes mostrando los muchos milagros de la Virgen. El antiguo refectorio situado en una de las salas del claustro es ahora Museo de Bordados, donde se muestran delicadas labores procedentes del taller monacal, mientras que la antigua Librería, que en la planta baja acoge la sala Capitular, puede visitarse el no menos valioso Museo de Libros Miniados*.
   No menos interesante es el museo de Pintura y Escultura, con tres lienzos del Greco, un Goya y pequeñas tablas de Francisco de Zurbarán como obras más destacadas.
   Por escaleras y angostos pasillos se deja atrás el patio en pos del elevado coro, que conserva la extraordinaria sillería de nogal con esculturas de Alejandro Carnicero (1743), y sobre la silla del prior una imagen gótica de la Virgen con el Niño (siglo XV). Las pinturas murales se atribuyen a Juan de Flandes, pintor de cámara de Isabel la Católica.
   Posteriormente se accede a la Sacristía (siglo XVII), una amplia nave rectangular de cinco tramos cubierta con bóveda de cañón y lunetos. En medio de una decoración profusa y desbordante, sobresalen los ocho lienzos** que Francisco de Zurbarán realizó a partir de 1638 sobre temas alusivos a la vida de destacados monjes.
   Al fondo, la capilla de San Jerónimo completa la colección con tres cuadros más que representan escenas de la vida del santo. Suspendido en la cúpula se encuentra el fanal de la nave capitana turca en la batalla de Lepanto.
   El relicario, sala de planta octogonal construida a finales del siglo XVI, está decorado con pinturas murales (siglo XVII) en la cúpula y azulejos de Talavera de la Reina en el zócalo. Guarda piezas interesantes, al igual que la estancia que acoge el Tesoro. Antes de concluir el recorrido con la subida al camarín, toma las riendas de la visita un monje que invita religiosamente a contemplar y venerar de cerca la imagen de la Virgen, tras el pertinente ritual del rezo del Ave María.
   A finales del siglo XVII se levantó tras el presbiterio el camarín de la Virgen. Construido sobre el llamado Panteón Real, es una obra barroca llena de color y dinamismo al que contribuye su original planta cuadrada con cuatro exedras añadidas. Además de la decoración, destacan las esculturas de las Ocho Mujeres Fuertes de la Biblia y los lienzos de Lucas Jordán (siglo XVII). La imagen de la Virgen de Guadalupe es una pequeña talla protogótica (finales el siglo XII), de madera oscura y ricamente engalanada.
   La Hospedería Real, derribada en 1856 por iniciativa municipal, se construyó como residencia de los Reyes Católicos en sus visitas al monasterio. La actual, que funciona como hotel, fue en sus orígenes pabellón de Enfermería y se finalizó en 1533 según planos de Antón Egas y Alonso de Covarrubias. Los elementos góticos y mudéjares se combinan en arquerías y ventanas, destacando en el conjunto el claustro gótico y los torreones angulares. Aunque es contigua al monasterio, su entrada principal se encuentra en la calle Alfonso Onceno.
Al pie del monasterio, La Puebla constituye un atractivo ejemplo de arquitectura popular que mantiene en sus vías empedradas y recoletas plazuelas el encanto y la sencillez de épocas pasadas. Paseando por sus calle salen al paso lugares históricos, como la fuente de la plaza, frente al monasterio, donde fueran bautizados los primeros indios traídos de América por Cristóbal Colón, y edificios monumentales, como el colegio de Gramática, con su claustro mudéjar, la casa renacentista de Gregorio López (siglo XVI), el hospital de San Juan Bautista, convertido en Parador de Turismo, o la ermita del Humilladero (siglo XV), de estilo gótico mudéjar. El rincón más evocador es sin duda la plaza de los Tres Caños, a la que se llega por la calle Sevilla desde la plaza de Santa María.

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